jueves, 17 de junio de 2010



El señor de la esquina esperaba un taxi, no se si el frío, el viento, el hambre, o que, pero ese señor tenía la peor cara que vi en mi vida. A su lado un niño, alpargatas blancas tirando a gris, un joguin bastante desgastado con agujeros en sus rodillas, un buzo que de suerte la tapaba el pupo y una sonrisa de oreja a oreja. En la misma cuadra una abuela bastante modernizada no se corre para dar paso al ciego y su bastón. Se chocan. El ciego pide perdón, la abuela perdona.
El señor con la peor cara del mundo sigue esperando el taxi. Un poco más allá un hombre camina apurado mientras habla por teléfono, por lo tanto no escucha la pregunta que le hacía la joven que caminaba a la par. El hombre apura aún más su paso. Del otro lado de la vereda una muchacha entrega un folleto, la gente pasa desapercibida. Quienes toman el folleto evidentemente no aprendieron buenos modales. El señor que vende salames no para de ofertar su producto, nadie se arrima. Un loco pasa cantando en ingles, desentona bastante y gesticula mientras mueve sus manos, se dirige hacia la parada del colectivo, hace la fila y sigue cantando. La gente lo mira, cuchichea y se ríe. Se alejan. El loco canta más fuerte.
El señor con la peor cara del mundo extiende la mano y frena a un taxi, el niño de la sonrisa le abre la puerta sin recibir siquiera un gracias.
Yo sigo esperando el colectivo, tratando de entender que está cantando este loquito que me alegró la mañana.

2 comentarios:

  1. que te puedo decir, no voy a seguir insistiendo con algo que te puedo decir siempre, seguí en contacto con tu alrededor lu, sos capaz de percibir cosas que los demás no, quizás ese loquito alegro su día de la misma forma que el alegro el tuyo! te quiero y nunca dejes de mostrar tus pensamientos!!

    Besotes

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  2. Genial Ludmila, escribes muy bien.

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