miércoles, 21 de abril de 2010

Nosé.

Hoy fue una mañana descomunal, bha, en realidad no pasó nada trascendental, sino que mi cabeza se detuvo un tiempo a mirar, a mirar a la gente y a sus actitudes, a observar la poca capacidad que tiene el ser humano de ponerse en el lugar del otro.
Primero en la clínica, mientras Viviana me atendía en mesa de entrada, (que apropósito siempre es amable y tiene ese dejo de simpatía que te hace sonreír) un ser masculino llamaba por teléfono solicitando algún pedido que se vé que no podía ser cumplido.
Yo y mi papel de expectante no hicimos más que observar.
Viviana hablaba respetuosamente y apresuraba su ritmo para poder atender y satisfacer la necesidad del señor, atrás mío había por lo menos cuatro personas que querían ser también atendidas, al costado de Viviana pasaban los médicos y le dejaban papeles sobre la mesa y mensajes orales. El señor seguía del otro lado del teléfono.
Mi percepción no paraba de anunciarme que acá se venía la catombe, la cara y gestos de Viviana, el tono de voz que ella comenzó a utilizar, la tan dicha frase "Señor, baje el tono porque yo no le falte el respeto en ningún momento" y el tiempo transcurrido, dibujaban una situación no muy agradable para ninguno. Finalmente, Viviana cortó el teléfono diciendo "no voy a permitir su mala educación para/con mi persona" Y procedió a atenderme, disculpándose por la demora y con la piel llena de ira. Le dije está bien, se volvió a disculpar y me fui con una leve sensación de bronca hacia esa falta de respeto que había recibido Viviana.
Me dirigí al diario de revistas y me quedé parada mirando revistas porque la señora que atendía estaba hablando por teléfono, por lo tanto no podía hacerle mi pedido. Al ver que la señora no colgaba y el no tener más revistas por mirar, incliné mi mirada fija hacia sus ojos, me crucé de brazos y me planté como niño que quiere un juguete, sin decir ni una palabrita. Pasaron por lo menos 40 segundos así, en esa posición, hasta que me miró y me dijo, "si, ¿qué queres?" quiero cospeles, "¿Cuántos?" 5, le dije. Tardó 40 segundos más en darme los cospeles, pero no porque no los encontrara o porque no haya podido cortar el envoltorio, no. Sino que estaba muy entretenida en su charla telefónica, agarrándose la cabeza y tapándose la boca, expresando un "No te la creo ni bostaaaaaaaaaaaa, no ¡no hay forma! y ¿qué hiciste?" En ese punto mi paciencia se agotó y pedí mis cospeles. Me los dio y me fui. Sí, me fui con más bronca acumulada todavía.
Me subí al bondi, (dentro de todo puedo rescatar que el de adelante le dio el asiento a la vieja que subió).
Me bajé, llegué al Apross, voy a mesa de entrada y expreso mi situación, me indican por dónde tengo que ir, saco mi numerito y me siento.
GRAN problema! los empleados estaban de asamblea, solo una de ellas estaba atendiendo en un box. Iba por el número 43. Yo tenía el 06. Si, exactamente, tenía que esperar que diera toda la vuelta. Me cargué de paciencia y callada la boca comencé a observar para cazar otra nueva situación de intolerancia. Y la encontré!
Una vieja, muy coqueta, sentada a dos asientos del mío, se puso a aplaudir y a gritar "que falta de respeto, necesitamos ser atendidos, dónde queda el lugar de los enfermos, bla bla bla". Se levantó de su asiento y comenzó a aplaudir y a caminar por el lugar, se dirigió hacia el box dónde la mujer estaba atendiendo, le dijo un par de cosas que no escuché a pesar del tono elevado y volvió a su asiento. La miré fijo, (te juro, te juro que mi mirada le debe haber llegado hasta el hígado) me paré y le dije: señora, ¿porqué no se calma? mire, creo que también hay que ponerse en el lugar del otro. Somos grandes ya para darnos cuenta que no están jugando estos señores, si están de asamblea debe ser en nombre de un reclamo, que seguramente no fue escuchado por buenas maneras. ¿Qué culpa tienen ellos de las condiciones laborales que les toca y de temas ajenos a nosotros, que seguramente son muchos, que están viviendo? No señora, tiene que calmarse, y póngase en el lugar de ellos, que al fin y al cabo son quienes ponen la cara y no siempre tienen la culpa.
Porrrrrrrrrrrrrrrsupuesto que la señora me miró con cara de asco total y me dijo: "nena, soy abogada, y esto me parece una falta de respeto, nosotros los mayores estamos acá, con el tiempo contado, enfermos, a mi me tienen que operar del ojo, mira mira este ojo, no veo nada, tengo cataratas, y el miércoles me tienen que operar, cómo puede ser, cómo puede ser que nos tengan en estas condiciones.
No pude contenerme, mi bronca hacia la humanidad estaba en su mayor potencia, encima nadie decía nada, y la vieja dele que te dele aplaudir, la miré y le dije: señora recién llega, si no le gusta, vuélvase a su casa a hacer algo que le agrade, así funciona nuestro país, así funcionamos los seres humanos, usted, ya bastante mayorsita, no es capaz de ponerse en el lugar de los empleados que también son seres humanos. Y por favor dígame que tiene que ver qué usted sea abogada? Yo soy estudiante, ¿Y?
Me miró, no contesto, o si contestó no escuché, porque me di vuelta totalmente conforme y feliz. Me fui.

Afuera había una manifestación de la U.E.P.C, con bombas, banderas y megáfonos.

No sé porqué, no sé si será la falta de valores y de respeto, el no tener en cuenta al otro, el no poder ponerse en el lugar del que está del otro lado, sinceramente no se que fue. No sé si fue todo esto de los asuntos sindicales, gremiales, asambleas y demás, no sé si fue la mañana de hoy, o si en realidad hoy lo terminé de definir, la cosa, la gran cosa es que hoy, esta mañana, me di cuenta que Córdoba necesita un nuevo Agustin Tosco.

Critiquen, que me encanta.



martes, 20 de abril de 2010

Freud, ¿Alguna vez se te ocurrió que la vida es algo más que sexo?

sábado, 17 de abril de 2010

Sábado, 17 de abril 2010


Son las 8 de la mañana. Sí! señoras y señores, niños y niñas (porque ayer me enteré que hay una niña que lee esta cosa, eso es bastante imprudente señores padres, lo voy a dejar a su criterio). Cómo decía, son las 8 de la mañana y yo estoy despierta, bien despierta, con un mate cocido caliente en la mesa, unas galletitas que están llenando de migas el teclado y de fondo una hermosa melodia de mi amigo Johansen. En fin, ¿Qué estoy haciendo? NADA, estoy practicando esto de declararme totalmente vieja. Porque teniendo en cuenta que son las 8 de la mañana de un día sábado, teniendo en cuenta el comentario de la niña que lee el blog y el haberme levantado a las 8 para no hacer nada, y encima, encima de todo! estar posteano esta mierda para que la gente lea y me diga "si boluda, estás vieja" definitivamente, lo estoy.
Pero también estoy feliz.

jueves, 15 de abril de 2010

Quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero.

[Entonces agarré, me fui pal' monte ]

Que bueno, que bueno!

domingo, 11 de abril de 2010

Crónica de una intolerante.

Iba en el colectivo, calor mucho calor, y la mayoría de las ventanillas cerradas. Por supuesto, todos los asientos ocupados. Así que allá fui, en el único espacio habitable que había, justo en frente de una ventana abierta. Por lo visto taaaaan mal no la iba a pasar. Me pare firmemente, me agarré del cañito y empecé a transpirar, caramba! la mujer de pelo mota había cerrado la ventana. Me pregunté, ¿Será la menopausia? Carajo, ¿que no ves que este camión de vacas lleva 50 pasajeros y hace 33º de calor?, y me afirmo, debe ser la menopausia. Entonces, muy ubicada y prolijita le pregunto si puede abrir la ventana, a lo que me dice "me hace mal el viento mamita, me irrita los ojos, esperate que me baje y te dejo el asiento" A lo que le contesté (no me acuerdo que conteste, o quizás no contesté, a veces suele pasarme eso, quizás pensé que tan mala no era la idea, claro, suponiendo que su descenso fuera en las próximas diez cuadras, sino se iba a tornar bastante jodido el viaje). El tiempo empezó a transcurrir y la señora de pelo mota había pasado a ser la vieja estúpida e insoportablemente menopausica, mi intolerancia y mi amabilidad se salieron de mis adentros, el señor que estaba a mi lado, que apropósito era mayorcito de edad, me miraba con cara de suplica para que abriera la ventana, y por supuesto que no pude resistirme, estiré el brazo y la abrí. El viejo me sonrío, y yo sonreí. La vieja estúpida menopausica me miró de reojo con su boca roja semiabierta y cerró, (no del todo) la gloriosa ventana. Era un chiste, totalmente un chiste. ¿Cómo, cómo podía tomarme esto? Éramos tres personas mayores peleando como tres niños. Pero el viejo, que ya era mi aliado en secreto, le dijo, "señora por favor, el calor es engorroso" (me mata, me mata la corrección y las palabras de los abuelos, quiero tener un abuelo!) la vieja abrió apenas la ventana y mi intolerancia se calmó. Me quedé calladita el resto del viaje. Cuando me voy a dirigir a la parada, la vieja de pelo mota se levanta. Me reí con tanta contundencia que era demasiado notorio, el viejo me miró, se río con migo (lo quiero, te juro que ya lo quiero, nunca me voy a olvidar de ese viejo simpaticón) se sentó y abrió la ventana a más no poder. Nosotras nos fuimos a la puerta trasera, y con voz de vieja tierna la vieja de pelo mota me dice "querida, ¿descendés en la próZima?" mi contestación, como ya lo sabrán, fue un si totalmente seco. (No podía creer, no había forma que la vieja se bajara conmigo, imaginate! imaginate si tenía que esperar a que me dejara el asiento, vieja hijadeputa!) Y bajamos. La vieja primero, por supuesto. Caminamos, las dos para el mismo lado. Resulta, ¡RESULTA! que la vieja de pelo mota vive, (o trabaja, habita, estudia, limpia, come, hace un curso, o nosé) al frente de mi casa.

Haya dicho lo que haya dicho, estoy segura que era la menopausia, y a mí también me va a llegar algún día.
Que feo.


miércoles, 7 de abril de 2010



Otoño, Abril.
[Y qué el viento me envuelva]